PROYECTO EDUCATIVO

Las características de los niñ@s de estas edades imponen, la necesidad de basar los aprendizajes infantiles en la propia acción, en el juego, en la manipulación y en la exploración directa del mundo que les rodea.

 

A través de la manipulación, del juego y de la experimentación investigadora con los elementos físicos y sociales del entorno, los niños y niñas comienzan a conocerse a sí mismos y la realidad que les rodea. Con estas experiencias descubren sus características y las relaciones existentes entre ellas para pasar posteriormente a la representación mental de dichos elementos y relaciones.

Las propuestas educativas girarán, básicamente, en torno a las rutinas y el juego por ser éstas las actividades que conforman su vida, su manera de vivir, de crecer y por tanto de aprender.

 

 

LAS RUTINAS:

 

Una gran parte del tiempo de las educadores se emplea en cuidados obligatorios, como alimentar, cambiar pañales y organizar tiempos de descanso, en definitiva, en cuestiones cotidianas y rutinarias. Tales actividades son potencialmente valiosas como experiencias de aprendizaje para el niñ@. Los educadores pueden aprovecharlas para cumplir muchos de los objetivos requeridos, porque estos cuidados no son sólo una respuesta a sus necesidades biológicas, sino que también garantizan y promueven el desarrollo infantil:

  • • Ayudan a que el niñ@ tome conciencia de sí mismo, deus sensaciones y posibilidades corporales.
  • • Estimulan y alimentan continuamente el mundo de los sentidos.
  • • Son importantes para la adquisición y desarrollo del lenguaje  por producirse en un contexto extremadamente significativo para el niñ@.
  • • Son decisivas para el establecimiento de relaciones emocionales (miradas, contactos corporales, gestos, demandas, respuestas verbales, caricias...)

Las rutinas más frecuentes son:

  1. • Entradas y salidas
  2. • La asamblea 
  3. • Las comidas
  4. • Higiene y cuidado personal
  5. • El descanso
  6.   El juego

 

1. LA ENTRADA Y LA SALIDA.

 

• La entrada:

Es fundamental el cuidado especial de este momento y de las acciones que en él se desarrollan. Porque para los niñ@s y sobre todo, la separación de las personas a las que están unidos afectivamente, puede generar angustia.

 

La actuación conjunta con la familia es básica para que el niñ@ se sienta reconocido, tanto por la familia, por los educadores, como por el resto de los niñ@s. Que el niñ@ presencie una actitud distendida de diálogo entre sus familiares y el educador le reafirma que se encuentra en un lugar seguro.

 

En la entrada diaria les acogeremos con manifestaciones afectivas, y conversaremos con la familia sobre cómo se encuentran, solicitaremos, si lo consideramos conveniente, que traigan objetos personales que puedan ejercer de sustituto afectivo de la casa-familia y que ayude a los niños y niñas a superar el momento de la separación. El cómo entra, puede influir en la actitud del niñ@ durante buena parte de la jornada.

 

El momento de encuentro diario con sus compañeros es importante para que interactúen. Será un momento en el que no se planteen grandes exigencias, donde podrán elegir el tipo de actividad y de relaciones, e ir preparándose para el resto de la jornada.

 

• La salida:

Es el tiempo de reencuentro del niñ@ con sus familiares después de todo la jornada. Es importante que organicemos adecuadamente este momento para que resulte agradable para todos.

 

A la hora de la salida, las emociones y sentimientos están a flor de piel porque comienza el ir y venir de los adultos y se produce cierto nerviosismo hasta que aparecen los que el niñ@ espera. Por ello, tendremos que tener en cuenta ese estado y dar al niñ@, si se puede, la posibilidad de elegir el tipo de actividad y relaciones que prefiere hasta la llegada de sus familiares.

 

Los adultos actuaremos, al igual que en la entrada, facilitándoles el cambio de espacios y personas, con preparativos que le anuncien y le ayuden a prever lo que va a pasar (canción de despedida, rituales, etc.)

Por su parte, los familiares también pueden encontrarse deseosos de saber cómo le ha ido el día al niñ@, por lo que es habitual que haya un intercambio de información, tanto con el niñ@, como con el educador a través de la nota diaria y/o comunicación verbal.

 

 

2. LA ASAMBLEA:

 

Es el momento para estar todo el grupo junto. La asamblea les ayuda a ir superando la relación individual con el educador e ir adquiriendo un sentimiento de pertenencia al grupo. La asamblea es un buen sitio y momento para comunicarnos, para observar, para planificar lo que vamos a hacer y charlar sobre lo que ya hemos hecho.

 

Propuestas para hacer en la asamblea:

  • Nos cogemos las manos, nos besamos...
  • A través de canciones, juegos, gestos, aprendemos los nombres de los componentes del grupo.
  • Juegos de ¿Dónde estoy? ¿Cómo estoy?
  • Juegos de preguntas, ¿Qué es? ¿Cómo es? ¿De qué esta hecho? ¿Para qué sirve?
  • El cuento, pequeñas historias que atraigan y vayan captando y desarrollando su capacidad de atención y enriquezcan su lenguaje.

 

3. LA COMIDA:

 

Este momento contribuye a:

  • • Durante los primeros meses establecer lazos afectivos con el educador.
  • • Desarrollar un proceso de aprendizaje y adquisición de autonomía, tanto desde la vertiente nutritiva como social y afectiva.
  • • Interiorizar aprendizajes culturales a través de las normas y crear hábitos alimenticios sanos.
  • • Conseguir que la comida represente una fuente de placer y adquieran un registro amplio de sabores, texturas y olores.
  • • Apreciar el momento de comer como de relación afectiva con los grupos sociales más próximos, con costumbres y normas de comportamiento adecuados.

 

4. LA HORA DEL CAMBIO Y LA HIGIENE:

 

El cambio del pañal es un momento privilegiado para establecer una relación estrecha entre el niñ@ y el educador.

A través del lenguaje, el tacto, la mirada... establecemos una comunicación que le irá ayudando a tomar conciencia de su cuerpo y a adquirir una imagen física ajustada de sí mismo.

 

Con el establecimiento de esta rutina crearemos una secuenciación de hábitos de bienestar y salud vinculados con el aseo y la higiene. Una manera de introducirles en esta rutina será solicitándoles colaboración para el lavado de manos, limpieza de mocos, peinarse, etc.

 

A finales del segundo año (aproximadamente) es un buen momento para iniciar el control de esfínteres.

Cuando se observa que el pañal permanece seco durante periodos de tiempo más largos (generalmente entre los dieciocho y los veinticuatro meses), que el niñ@ comprende bien el lenguaje y es capaz de controlar sus movimientos, es el momento idóneo para iniciar la educación en el control de esfínteres. Si las experiencias en el cuidado de su cuerpo han sido positivas hasta ese momento, accederá con facilidad y asumirá paulatinamente el control de su aseo personal. El respeto a su ritmo individual es la base del éxito.

 

Para comenzar el proceso, hay que asegurarse de que el niñ@ comprende lo que se le pide y de que tiene interés en hacerlo. Debemos demostrarle con afecto y palabras de ánimo que iniciamos este proceso porque le reconocemos una nueva capacidad que es indicativa de su deseo de una mayor independencia del adulto.

Es muy importante tener presente que el hecho de ir controlando esfínteres es para el niñ@ motivo de orgullo y de sentimientos de poder.

 

Cuando el pañal comienza a estar seco en periodos más largos, es el momento

apropiado de presentarle el orinal, invitándole a sentarse en él y celebrando sus primeros éxitos.

 

La adaptación a los ritmos personales de cada niñ@, así como la actitud positiva, la paciencia y el mantenimiento de una regularidad en la invitación por parte del adulto son fundamentales hasta la retirada diurna y definitiva del pañal.

 

El aseo personal está íntimamente ligado con la imagen que el niñ@ va elaborando de sí mismo. Todas las acciones relacionadas con el aseo personal, son de hecho demostraciones de afecto e interés hacia el niñ@ y su bienestar. Estar aseado y ser capaz de contribuir a ello supone para el niñ@ mucho más que la adquisición mecánica de hábitos correctos de limpieza, su significado se proyecta en la autoestima y en el reconocimiento de sí mismo como un valor digno de ser cuidado.

 

 

 

5. EL DESCANSO:

 

La recuperación física tras el cansancio por parte de los más pequeños es más rápida que la de los adultos, pero también se cansan antes; por lo tanto, los ciclos de actividad–descanso son más cortos y, puesto que el descanso y/o sueño contribuyen, tanto a la recuperación de las energías gastadas como a su maduración y desarrollo, resulta un tema relevante a tener en cuenta a la hora de planificar las actividades.

 

Las características y horarios del sueño de los niñ@s varían según su edad. Durante los primeros meses está muy ligado a los ciclos de alimentación. Teniendo en cuenta esto se pueden establecer unos horarios comunes, pero con flexibilidad, adaptándose a su ritmo de adormecimiento y de despertar, respetando lo máximo posible las necesidades de cada uno.

 

En cuanto a la adecuación del espacio, un espacio tranquilo, sin ruidos, aireado, con posibilidades de oscurecerlo, con cunas, colchonetas o hamacas y sacos o mantas individuales.

Para dormirse es probable que necesiten el chupete o balancearse, acariciar su mantita, el pelo... Para ayudarles a conseguir esa relajación previa que requiere el sueño, el educador creará un ambiente de tranquilidad emocional que les haga sentirse bien, organizando actividades a modo de estrategias tales como:

caricias, cuentos, canciones, música relajante...

 

Cuando son tan pequeños, resulta difícil saber en todo momento qué les pasa y por qué lloran. Si estos momentos se producen al ir a la siesta se les debe tranquilizar. Cada educador deberá ir conociendo a cada niño individualmente para así poder utilizar la mejor estrategia en cada caso (que le pone nervioso, su ritmo de llanto, cuánto suele durar...) para ayudarles a conciliar el sueño.

  

 

 

6. EL JUEGO:

 

A través del juego los niños y las niñas van explorando y descubriendo el mundo; se relacionan con las otras personas y van desarrollando y poniendo en práctica sus capacidades. En estas edades no hay diferencia entre actividades de juego y de aprendizaje: los niñ@s aprenden con toda la actividad que desarrollan y ésta fundamentalmente es juego.

 

El juego es la principal actividad en la infancia. El juego permite que los niñ@s

construyan un conocimiento corporal, desarrollen su identidad, exploren, descubran, se adapten y transformen su medio físico.

El juego debe combinar la exploración de nuevos objetos, la práctica de nuevas habilidades, el enfrentarse a nuevos retos, la satisfacción que produce el uso de las habilidades ya adquiridas y el sentimiento agradable de volver a explorar lo conocido.

 

El juego es un buen momento para la observación porque conlleva interpretar un gran número de acciones que en su mayoría tienen un importante significado.

La observación del juego proporciona al educador información rica y variada para el conocimiento de los niñ@s y para ajustar sus posteriores intervenciones.

 

Los educadores conocen las necesidades de cada niñ@ en función de su edad y/o desarrollo evolutivo y saben la secuencia en la que van apareciendo los diferentes juegos, pueden interpretar el sentido de los mismos y dosificar, planificar y distribuir los materiales y espacios necesarios para que se produzcan.

 

Los educadores ayudarán al niñ@ a través del juego a mejorar sus habilidades sociales, su capacidad de interpretar los símbolos y las señales, de manera que vaya aplicando lo aprendido a nuevas situaciones de juego.

 

Es importante que las educadoras/es que interactúan con niños de estas edades les consideren sujetos activos de su propio aprendizaje, que respeten y no interfieran indiscriminadamente en la actividad autónoma de los niñ@s a la vez que les ofrecen, desde muy pequeños, ocasiones de estar inmersos en situaciones de intercambio personal donde la experimentación y la participación sean protagonistas.

 

En el juego de los niñ@s menores de dos años podemos apreciar situaciones de aprendizaje tales como:

  • • Juego de interacción; primero se da sólo con los adultos y otros niños (intercambio de miradas, sonrisas, comunicación por balbuceos, toma-dame...) y posteriormente con los objetos. Una vez adquirida la capacidad de representar, el juego es facilitado por objetos menos realistas, que exigen una mayor inventiva e imaginación.
  • • Juegos funcionales; es el primero que aparece en los niños y niñas y entre ellos podemos diferenciar:

Juegos de ejercitación. Su peculiaridad es la movilidad, y los objetos son tan sólo instrumentos que les posibilitan realizar movimientos.

Juegos de descubrimiento. Se produce por el impulso de ir hacia algo que despierta curiosidad.

Juegos de exploración. Este tipo de juegos se caracteriza por una curiosidad más encauzada, en búsqueda de algo que ya ha descubierto con anterioridad.

Juegos de experimentación. Es un juego intencionado, se provoca la acción para ver qué pasa.

Juego de manipulación; es un compendio del juego de experimentación y descubrimiento, cuando la curiosidad está satisfecha y no hay sorpresa. Se reitera la acción por el puro placer del dominio de la materia y el gozo de controlar la acción: cerrar, abrir, hacer torres, destruirlas...

Juegos de adquisición; Son actividades con canciones, con gestos, con sonidos, onomatopeyas...

 

Teniendo en cuenta esta clasificación y las situaciones de aprendizaje que en ella se aprecian, las propuestas educativas que hagamos a estas edades tienen que intentar respetar al máximo las características individuales, los ritmos y el nivel madurativo y de desarrollo de cada niñ@.